sábado, 19 de enero de 2019

SI ESTÁ EN TI, BUSCA EN TU INTERIOR




"Cerré los ojos y respire profundamente. 
Me limité a contemplar con el sentido del oído el pacífico sonido del mar, que me rodeaba en ese instante. 
De pronto desaparecí..."

               A veces hay que ir tan lejos para encontrar la luz y el centro de nuestro ser... Aprender a respirar y recibir la oportunidad de desaparecer en espíritu mientras se está presente de manera terrenal, ha sido algo invaluable que cambió mi perspectiva de todo en la vida, principalmente porque hubo en mi un despertar espiritual ajeno a todo lo que había visto, escuchado, leído y hasta degustado en mi existencia.

               Hubo un tiempo en el que me había alejado de manera efímera de la interpretación del Tarot. Ya no deseaba escuchar las mismas preguntas de siempre ni tener que atenerme a necedades de gente que insistía -solo algunas veces- en preguntar siempre lo mismo, buscando que le dijera solo lo que querían escuchar. Sin embargo la conexión con mis cartas no había desaparecido. Simplemente estaba tomándose un receso necesario, que nos embarcaría a un viaje de auto descubrimiento y transformación. Como era costumbre, siempre lo llevaba conmigo, a todo lugar, en cada viaje, como un talismán del que no podía desprenderme, puesto que desde el momento en que nos conocimos ya no podíamos estar alejados el uno del otro. Incluso en ese lapso en que yo estaba aburrido y cansado de interpretarlo y dar casi siempre las mismas respuestas a las mismas preguntas, llegando incluso a dudar de mi. 

               Fue un viaje al sudeste asiático el que cambió el curso de todo. No puedo negar que a mi paso conocí a una o dos personas confundidas a las que me nació hacerles una lectura, descubriendo que, sin importar a qué rincón del mundo huyas buscando respuestas, en todas partes las preocupaciones son las mismas: Salud, dinero y amor. Fue entonces que comprendí el por qué tantos charlatanes se valen de la preocupación ajena para enriquecerse, al grado de ser visto como grandes adivinos, magos, e incluso dioses. Yo sin embargo me sentía ajeno a todo esto y pronto un encuentro y dos motivos me hicieron renacer interpretativamente. 

               Mi estancia por aquellas tierras fue sin duda una prueba, y la consagración de toda experiencia, desde el día en que nací, que me laureaba con un halo espiritual. Pasé mucho tiempo en silencio, perdido en mis propios pensamientos y haciendo meditaciones sobre las señales en el aquí y el ahora, pues cuanto más conocía a viajeros que se decían ser espirituales y otros que llegaban buscando una experiencia espiritual, más me percataba de la inmundicia en el mundo. Siempre escuché a muchos decir que QUERÍAN SER espirituales, que necesitaban de la vida espiritual para sanarse y ser felices, pero también lamentarse porque a pesar de haber encontrado el medio y haber creído que de la nada caminarían sobre las aguas, como Jesucristo, nada nuevo en sus vidas pasaba. Llegué a descubrir, incluso, que los grandes centros de yoga ya se habían convertido en centros de perdición, en los que se alteraron las raíces de la doctrina brahmanica, concentrándose solo en la estética y el éxtasis terrenal, alejados de la contemplación, la perfección espiritual y es estado beatífico. Y encima de esto, quienes lo practicaban y conseguían un máster, se sentían tocados por Dios, y algunos hasta consideraban seres equivocados y faltos de espiritualidad a las demás criaturas humanas del mundo. Tal situación me hizo dudar de que la espiritualidad en verdad se pudiera manifestar bailando y consumiendo drogas con otra gente, en grupos o en masas. Finalmente todos somos cuerpo y espíritu, juntos, solo que nadie nos enseña a mantener encendida la llama espiritual, cuando nos inculcan los "principios" de la humanidad, y la religiosidad. Sin embargo mi vida no estaba ahí, jamás sería parte de esos juegos pretenciosos y banales que cada cual olvidaría al volver a su país. Yo prefería estar conmigo mismo, frente al mar de corales, respirando, cerrando los ojos y escuchando el agua del mar. ¿Qué es lo que tengo que aprender?, me preguntaba. Y mi mente terrenal nada me respondía, pues no sabía que aquello no se trataba de un lapso de tiempo, como terminar la escuela primaria o la universidad, si no que el encuentro consigo mismo, con su destino, puede llevar semanas, incluso años, y algunas veces, ni siquiera alcanza toda la vida y hay que esperar a nuestro regreso, con una nueva envoltura. Sin embargo los mensajes aparecen inesperadamente, como las oportunidades, y si no te das cuenta de su paso también los puedes dejar ir. Así pues el mundo espiritual: Debes estar atento, porque cuando tiene planes para ti, sin importarle que estés preparado o no, simplemente se manifiesta.

               Alguien me invitó a hacer una visita a la casa de un cultivador de semillas que poco a poco iba ganando terreno importante entre la creciente comunidad vegana de Bali. Aunque la propuesta no me pareció atractiva, ni me interesaba seguir en silencio, escuchando a gente hablando en el idioma local, dentro de una casa desconocida, el saber que este hombre se había casado con una mujer japonesa a la que le gustaba también leer el Tarot fue el detonante para que me entusiasmara. Recuerdo a aquellos colegas que alguna vez acudieron a mi, disfrazados de simples mortales, para que les leyera las cartas y así supieran hasta donde llegaban mis capacidades adivinatorias, pues seguramente al enterarse de mi existencia, sintieron lo mismo que yo en ese instante. Pero más allá de querer poner a prueba a una colega, luego de tantas meditaciones quería preguntarle si ella alguna vez se sintió perdida, como yo. Quería que me dijera cuales son sus experiencias con las tiradas, si también sentía de vez en cuando apatía por la gente que quería saber de lo mismo de siempre y si el cobrar por las sesiones nos alejaba de la virtud. Al llegar a su casa, un dúplex blanco y común y corriente, como los que puedes encontrar en cualquier suburbio, en cualquier país, con un jardín ensombrecido por enormes bambús y embellecido por una pequeña piscina, sentí que las horas pasarían rápidamente al ver al granjero, quien se mostró amable y nos dio una bienvenida cálida. Sin embargo toda emoción alentadora desapareció cuando me dijo que su esposa se encontraba visitando a su familia, en Japón. No dejé de culparme en silencio por haber aceptado aquella invitación. Llegamos al medio día y para las 4 de la tarde yo sentía que habían pasado doce horas. Seguramente atraje estos sucesos con mis pensamientos negativos -pensé-, pero pronto me llevé una sorpresa cuando di un paseo por la casa y en una vitrina de cristal vi encerrado, como en una jaula de oro, la señal de que mi arma más poderosa iba a cambiar de sentido para toda mi vida.

              Su cubierta era de un rojo enigmático, con unas manos entreabiertas en su inferior, de las cuales emanaba una luz pacificadora. En el medio, con letras en amarillo y la segunda palabra en azul celeste, leí todo su contenido: My spiritual reading cards*. Mi corazón no podía dejar de vibrar con fascinación. Quería tocarlas, sentirlas, contemplarlas, conocer su contenido, pero... ¿No sería demasiado mi atrevimiento, si abriera aquella caja de cristal para extraerlas? Sin embargo el mensaje no hubiera sido dado si solo me hubiera limitado a apreciarlas desde la distancia.

               - Son las cartas de mi esposa -apareció repentinamente el granjero-. A ella le gustan esas cosas...

               - A mi también -respondí-. De hecho, antes me dedicaba a interpretarlas para otras personas.

El hombre simplemente se quedó mirándome con extrañeza. Sus ojos denotaban cierta incredulidad pero en cuestión de segundos reaccionó:

               -¡Oh, no! -exclamó con una sonrisa- ¡Ella no lee cartas a otras personas! Estas solamente las compró y las utiliza para ella misma. Mira, puedes verlas si quieres. No son como un Tarot tradicional.

               La emoción me invadió en ese instante. No podía creer que la oportunidad se me hubiera presentado por sí misma. Toqué el empaque y sentí una enorme fuerza que ya me predestinaba. Las cartas contenían cada una un mensaje sobre lo que se te aconsejaba meditar, justamente lo que yo estaba haciendo desde días después de mi llegada al sudeste. Sus colores brillantes, mágicos, y cada los significados en cada una de ellas, me alentaron a querer saber más, a descubrirlas. SIn embargo sabía que el tiempo de tenerlas en mis manos se terminaba. El marido de su dueña me veía con una sonrisa que más que comprenderme me apresuraba. 

               -¿Sabes donde puedo conseguirlas? -me atreví.

               -No, no lo se. Es que en Bali es muy difícil encontrar este tipo de cosas. Mi esposa las trajo de Estados Unidos, las utiliza para ella misma.

Extendió sus manos, pidiéndomelas en silencio. Se las devolví, agradeciéndole, y regresamos al jardín, donde de nueva cuenta me perdí en mis pensamientos. Investigué en mi teléfono todo lo relacionado con la autora, una vidente y médium de gran experiencia, acusada por algunos de ser justamente del tipo de guía en que no me quería convertir: Aquél que usa la técnica de adivinación mediante un análisis rápido del lenguaje corporal,  origen étnico, orientación sexual, escolaridad, manera de hablar y otras apariencias de la persona estafada. Decidí no leer más sobre las críticas a su persona, sino algo de su trabajo, y al querer indagar me encontré con testimonios de personas a las que este juego de cartas les había resultado significativo.

               Luego de días meditando sobre el rumbo que estaba tomando mi vida espiritual, de los encuentros con personas que me daban evidencia de que es posible una transformación, hablé con una chica de Eslovenia sobre las confusiones y el hastío que venía arrastrando desde mucho antes de abandonar a mi país.

               -¿Por qué no pruebas utilizar tu tarot de manera más personal? -me preguntó- Tú tienes un gran talento, incluso podría decir que a pesar de que reniegas, llevas a todas partes tu don. He visto como te expresas ante la gente, como a pesar de las dudas y el dolor que te acompañan, siempre tienes para todos un gesto amable y los haces sentir bien. Quizás si encontraras una manera -Continuó- de ver en tus cartas lo que nadie más busca, para ayudar a las personas no a justificarse y compadecerse, ni siquiera para alegrarse, sino para encontrarse y comprenderse a sí mismas, tal vez tu visión cambiaría y el gusto por lo que hacías vuelva a ti.

Sus palabras me hicieron comprender que no podía desperdiciar mi don, sino que debía usarlo para beneficiar a otros, independientemente de que lo buscaran o no. Fue así que medité durante días, no solo acerca de las situaciones por las que estaba atravesando y que parecían ser un abismo de oscuridad contra el cual tenía que luchar para reencontrarme y comprender el sentido de la espiritualidad, sino que medité sobre cada carta, su significado y contenido, sobre los colores que cada juego de ella posee y cómo los mensajes pueden sufrir una metamorfosis en cada una de ellas, dependiendo de su contenido y de las circunstancias por las que se leen. Entonces a mi paso fueron apareciendo otro tipo de cartas, algunos oráculos destinados a ahondar sobre temas en específico. Parecía que la transformación sucedía justo en el momento en que la deseaba. Volví a mi país para hablar con colegas, con médiums y seres espirituales al servicio de otros, que coincidieron con las palabras de aquella chica eslovaca. Las dudas que se habían apoderado de mi lentamente se disiparon, y a mi ser llegó el miedo a fracasar en lo que ahora me encomendaba: El despertar espiritual de quienes recurrían a mi. Y lo dejé suceder... Dejé que las cartas hablaran por si solas, enviando mensajes decisivos a los consultantes que querían saber sobre su salud, el dinero y el amor, pero hallé la manera de llevarlos a otra dimensión, la de su SER, lejos del ego, para que tanto sus guías como sus demonios se manifestaran y les dieran los mensajes definitivos, porque se puede querer amar, buscar y desear amor, pero al no encontrarlo dejamos de amarnos a nosotros mismos, sintiéndonos culpables. Generamos dinero que gastamos en parecernos a modelos que nos han enseñado que son aceptables, en asuntos que nos hagan pertenecer a los más altos estándares, en aparentar todo aquello que no somos, y después nos preguntamos por qué no nos rinde. Nos enojamos, entristecemos, envidiamos, maldecimos, nos avergonzamos hasta de llorar por el miedo a que nos vean vulnerables, y protestamos cuando sin querer han herido nuestra susceptibilidad, y después nos lamentamos tras preguntarnos por qué hemos enfermado de gravedad.

               Siempre he tenido la certeza de que el mundo es un sitio increíblemente maravilloso, lleno de bendiciones y muchas cosas buenas, al que el humano ha convertido en un lugar hostil. Y todos hemos crecido, sin querer, siendo cómplices de eso. La vida espiritual, la meditación y el Tarot, a mi me han enseñado a vivir ajeno a los parámetros implementados por las sociedades creadas por el hombre. Lejos estoy de seguir estándares que a otros han robotizado, alejándolos de la comunión con la madre naturaleza y su propio espíritu, hundiéndose cada día más en un abismo de pernición. Y para eso es que uso mi arma más poderosa: el Tarot. Lo he complementado con otros oráculos, tan parecidos y tan distintos el uno del otro, con el único propósito de que tú, que lees esto, cuando acudas a una consulta salgas satisfecho, independientemente de si el destino es incierto o depara infortunio para ti, puesto que si me dejas ayudarte a escuchar tu voz interior, a aclaras las dudas que viven ocultas no en tu mente, sino en tu corazón, podrás verlo todo como lo que es: Una nueva oportunidad de aprendizaje, porque no hay luz sin oscuridad, felicidad sin tristeza, ni amor sin dolor. Todo, incluso el lado adverso de cada sentimiento, de cada experiencia de vida, de cada situación, nos lleva de la mano a un nuevo aprendizaje, nos da señales sorpresivas sobre lo que debemos cambiar, sobre lo que a pesar de nosotros mismos tenemos que aceptar, porque el espíritu no se transforma a sí mismo, el espíritu se mantiene encerrado, aprisionado, aguardando a que surja el momento en que lo dejes SER, libre de culpas y materialismo, para que puedas resplandecer, pues descubrirás que toda bendición está en ti... si buscas en tu interior.




*My spiritual reading cards, Sylvia Browne, 2009



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